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Carta a un militar

 

                  María Jiménez Puyuelo gana, por segundo año consecutivo, el concurso "carta a un militar" para presentarse a la fase provincial.

 

                                                                                                  Ágreda, 9 de diciembre de 2016

                  Querido Miguel de Cervantes:

Tu vida se nutre de los sucesos históricos que envolvieron la época en que viviste. Desde luego, contemplados desde estos, mis ojos, con la mirada retrospectiva que me ofrece la historia, puedo verlos como una película de ficción ambientada con grandes decorados con galeones, cañones, puertos marítimos exóticos… seguro que nunca podremos acercarnos a la dura realidad de esas batallas en medio del mar, entre los crujidos de los barcos y la dificultad de salvar la vida cada día.

Esa época nutrió tu faceta de escritor: tú fuiste el primer personaje dentro de la tragicomedia de tu vida, la vida de un soldado, de un poeta. Participaste en la batalla de Lepanto que te costó tu mano izquierda, estuviste cautivo en Argel y encarcelado varias veces. Tu educación, la recibida gracias a los esfuerzos de tu padre, te salvó. Durante los cinco años de cautiverio en Argel, tus raptores, convencidos de que eras una persona principal, de recursos, te mantuvieron vivo para obtener beneficio económico. Organizaste, cuatro intentos de fuga que, aunque no fueron exitosos, demuestran tu tesón y audacia. Finalmente, serías rescatado gracias a unos frailes y a tu familia.

Tus comedias y novelas estampan la psicología de unos personajes que bailan entre la realidad y la ficción. Y, qué mejor que los sueños de libertad, el anhelo de llegar a tu tierra o la simple necesidad de salir de las cárceles en las que te retuvieron. Tu imaginación, alimentada convenientemente de cada momento vivido, acompañó tu pasión por la literatura. Pasión que permitió que salieses adelante y llegases as ser el “príncipe de los genios”, el máximo representante de la literatura española, universal y atemporalmente conocido.

Desde ese momento, tan alejado en el tiempo, has sido capaz de transmitirnos sentimientos e ideales que perduran y perdurarán. ¿Quién no tiene un Quijote dentro de sí mismo, un Quijote que lucha en sueños con gigantes y debe enfrentarse día a día a peligrosos molinos?

¡Qué irónica es la vida! Las batallas no han cesado y los héroes son más terrenales que los que aparecen en las películas, por eso los personajes de tus obras han pasado entre los siglos sin perder la frescura y todavía nos podemos reconocer en ellos.

Y es que la vida de esos personajes salida de esa pluma que una vez empuñaste allá por el siglo XVI, no van a ser olvidados. Eres y serás un autor que imprime carácter a quien lo lee y, desde luego, cuanto más nos acercamos a tu vida, menos podemos dejar de pensar en lo difícil que era y qué bien supiste esquivar los problemas para seguir la llama de la libertad.

Me despido con cariño y humildad al tomar prestado un fragmento de tu obra más famosa: “ La libertad, amigo Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos, con ella no pueden igualarse los tesoros que encierran la tierra y el mar. Por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida.”

                                                                                 

 

 

 

 

 

 

 

 

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