22 de septiembre

19:53

Sí, estoy absolutamente perdido. Lo único que se, es que esta mañana me encontraba tranquilamente a la orilla de un pequeño río, cuyo nombre no estoy seguro, investigando sobre una serie de extraños sucesos, en los cuales los vuelos procedentes de cualquier parte del mundo, y cuya trayectoria atraviesan el Moncayo, no llegan a destino, y nunca hay ningún testigo de lo que posiblemente haya ocurrido. Al enterarme del vuelo Madrid-Bruselas de la noche del viernes 22 de Septiembre, decidí ir a pasar la noche al monte, y ver si encontraba una respuesta. Llegué aquí a las 11:30 aproximadamente, y ahora es de noche y no tengo ni la menor idea de cómo he llegado hasta aquí. Estoy provisto de una cantimplora, una linterna, una brújula, un mapa, un reloj, un diario y un bolígrafo bic.

21:17

Me he movido aproximadamente un kilómetro norte, y todo parece normal. No hay silencio, lo que es bueno, pues si lo hubiera, algo extraño pasaría.

22:27

Creo que he encontrado un trozo de chaleco salvavidas, y no creo que alguien se lo haya puesto para bañarse en el riachuelo. Me parece algo extraño.

Llevo diez minutos sentado aquí, esperando a que pase algo, pero todo continúa con normalidad.

22:46

Emma Lloret Nota 4ºESO

... Y volví

          Todavía recuerdo el maldito trabajo que el profesor de historia, nos había mandado realizar. El trabajo consistía en elegir un monumento histórico de nuestro pueblo, es decir de Villar del Cuervo, y describirlo dando en un informe sobre a qué época pertenece, que simboliza por qué se colocó allí…Yo me decante por el castillo, allí olvidado en aquella inmensa colina, en la que yacían plantas secas y muertas, mientras que los buitres acechaban, esperando a su próxima víctima. El castillo era un lugar de esos que te quedas mirando y al volver la vista hacia adelante sientes que algo ha salido de él y ahora va tras de ti. Nunca había destacado por mi gran valentía y realmente no se en que estaba pensando en el momento en que decidí ir al viejo castillo. Aquella tarde nublada y húmeda en la que pronto iba a llover, decidí que era el momento de visitar aquel horrible lugar.  Así pues cogí mi paraguas, un bolígrafo y me calcé mis deportivas ya que aquel castillo no me inspiraba la confianza que yo desearía. En 10 minutos tenía frente a mí esa imagen que me aterraba tanto. Me decidí a entrar. Cerré tras de mí la inmensa verja de hierro que no causó ningún  estruendo al chocar contra la pared. Al cruzar el umbral de la puerta de entrada sentí que una extraña presencia me rodeaba. En aquella estancia lo que más captaba mi atención era aquel silencio perturbador  y  desconcertante  con el que yo no pensaba encontrarme . Nada de lo que había allí, era lo que yo esperaba: el silencio, los cuadros, la limpieza y el gato. Si, era el gato negro lo que me atormentaba. Que desapareció entre las sombras. Y en su lugar apareció una vieja  y  fea mujer que me dijo, que me estaba esperando. Y cuando eche a correr me dijo que yo volvería.

          Y en efecto no se equivocaba. Al cruzar la carretera un coche me atropelló. Mi cuerpo yacía inmóvil en la carretera inmóvil pero mi espíritu regresaba al castillo para hacer realidad las palabras de aquella mujer.

Noche de Brujas

          Era la noche de las ánimas y Daniel y sus amigos se reunieron en un lugar apartado del pueblo a contar historias de miedo. Se sentaron haciendo un círculo alrededor de una vela que solo alumbraba sus caras. Sin embargo, esa noche sin saber por qué, estaban nerviosos, aunque trataban de ocultarlo. El más atrevido comenzó a contar la leyenda de “Las brujas del Madero”:

          ”Se dice que este mismo lugar antiguamente celebraban sus aquelarres las brujas de los alrededores y aquí mismo tres mujeres fueron asesinadas y enterradas, acusadas de brujería y desde entonces todos los años en la noche de las ánimas, sus almas salen de sus tumbas y vagan por el pueblo atormentando a todos los que no creen en ellas y …”

          De repente, una ráfaga de viento apagó la vela, al mismo tiempo que se escuchaban las doce campanadas del reloj de la iglesia.

Instintivamente, todos los niños se cogieron de las manos, una carcajada estremecedora se oyó y tres sombras cruzaron por encima de sus cabezas.

          Los niños lograron reaccionar y aterrorizados salieron corriendo.

          Al día siguiente prometieron no contar a nadie lo que había ocurrido, pero a partir de esa noche jamás volvieron a burlarse de las historias de brujas.